Como primera entrada de
este blog he escogido una noticia de actualidad. Por norma
general, todas (o por lo menos casi todas) las restauraciones suscitan controversias
entre los habitantes de los núcleos de población a los que afectan. Por tanto
hay que tener muchísimo cuidado de no ofender a los que en realidad son los
responsables de la restauración y aquellos que van a hacer usufructo del bien
en cuestión. Desafortunadamente se trata de una tónica general, siempre habrá
alguien que no esté de acuerdo con los cambios ocasionados, aunque los mismos
repercutan en positivo. Un caso excepcional, ¿quién no se acuerda del simpático
Ecce Hommo de Borja?
Pues bien, en esta
primera entrada traigo un caso de octubre en el que la polémica no se ha
dejado esperar incluso antes de que acabaran las obras.
Se
trata de la iglesia de Santa María das Areas, a las afueras de la población de
Finisterre. Un templo entre finales del siglo XII y principios del XIII y el más
occidental de la ruta jacobea. En esta ocasión la Xunta de Galicia ha invertido
unos 300.000 euros en su restauración, responsabilidad que ha recaído sobre la
empresa ourensana Construcciones Orega con un proyecto del arquitecto César
Portela. Las obras en esencia estaban destinadas a soliviantar el profundo problema
de las humedades, dedicándose también a la limpieza de muros, reposición y comprobación
de cubiertas y piezas estructurales. Hasta aquí sin problemas. La polémica viene
dada por la decisión de Portela de pintar arcos y bóvedas de color aguamarina. Él
mismo se ha defendido ante la comunidad de vecinos alegando que el color “es
representativo de Finisterre” y se trata de una medida para proteger la piedra
frente al salitre. Sin embargo, debemos de preguntarnos si de verdad era
estrictamente necesaria la pintura y hasta qué punto es solamente necesaria en bóvedas
y arcos. Sin entrar a juzgar el trabajo del arquitecto dejo algunas fotos
obtenidas del periódico La voz de Galicia
para que lo hagan ustedes mismos. Pero, sinceramente, si mañana me levantara
con la catedral de Jaca pintada de color aguamarina me daría un patatús.
Fotos de Ana García, La Voz de Galicia.
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